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La disciplina que realizo se llama KOSHO RYU KENPO, es un arte ancestral iniciado en Japón en el año 1200, transmitido de padre a hijo durante más de 800 años.  En el año 1937  se introdujo en occidente y fue enseñado a todas las personas sin distinción de raza. Actualmente en EEUU se encuentra el 22° descendiente de sangre japonesa, Thomas Barro Mitose y su hijo 23° descendiente Mark Barro Mitose. M.I.K.K.A. es la Mitose´s International Kosho Ryu Kenpo Association reconocida a nivel mundial y la cual estoy afiliado.
Cuento con una amplia y sólida experiencia en la enseñanza este sistema. Llevo más de 22 años practicando este arte, y más de 10 años transmitiéndolo como profesor. 
La práctica del Kosho-Ryu Kenpo  mejora en el alumno, tanto la parte física, como la mental y la espiritual. Evolucionando como persona, brindándole seguridad,  confianza en si mismo, mejorando su autoestima, y sobre todo logrando  paz interna, la cual ayuda a resolver los problemas sin violencia.
Torneos 
Nuestra asociación  participa tanto de torneos  nacionales como internacionales. 
Torneos internos de nuestra asociación y también torneos abiertos, donde participan competidores de  otros estilos. Estos eventos proporcionan superación tangible, mejora su autoestima, les enseña el respeto y la humildad, para poder disfrutar de un triunfo o aceptar una derrota con dignidad.
Exámenes
El alumno deberá aprender su programa de técnicas de bloqueos, golpes, patadas y defensas. Una vez hecho esto y perfeccionado, tendrá la posibilidad de superarse dentro de una escala de grados, donde irá avanzando hasta llegar a la graduación de instructor, esto lo acredita a poder empezar a enseñar a otros nuestro arte.
¿Cómo contribuye el Kosho-Ryu Kenpo en la sociedad de hoy en día?
La verdadera defensa personal es el arte de la anticipación, prever las
situaciones de peligro y evitarlas. La más grande y verdadera autodefensa es vivir y forjar a nuestro alrededor un mundo de paz y armonía. Un verdadero estudiante de Kosho-Ryu Kenpo evita la violencia, obedece la ley y busca vivir en paz y armonía. Pero en caso de necesidad, en una situación de gran peligro para la vida, está perfectamente entrenado para repeler la agresión. La parte interna, el verdadero espíritu del Kosho-Ryu Kenpo radica en la humildad, en la sencillez, en el autocontrol permanente. Ser humilde significa ser respetuoso, responsable y justo con los demás y con nosotros mismos. La persona humilde no se rebaja ante nadie, pero tampoco permite que nadie se rebaje ante ella.
La práctica persistente y continuada del Kosho-Ryu Kenpo mejora la salud, aumenta la longevidad y no es peligrosa para los practicantes. No importa quién lo practica, sea hombre o mujer, joven o mayor, débil o fuerte. Debe siempre preservar sus recursos físicos y utilizar su fuerza y energía económicamente.
El Kosho-Ryu Kenpo desarrolla autoconfianza, desarrolla nuestros sentidos y nuestra mente para actuar y juzgar en forma rápida y estar siempre alerta; es una ayuda inestimable en nuestra vida diaria.
Aquel que logre aprender el poder de lo natural será dueño de cualquier situación. Por esta razón la técnica no debe ser rutina mecánicamente, porque así limitamos nuestra mente y esta limitación la vuelve rígida carente de espíritu. El entrenamiento constante debe ser una parte normal de la vida para que el cuerpo y el espíritu permanezcan inmutables y alerta en cualquier situación.
Un auténtico guerrero solo tiene un hombre a quien vencer: el mismo. La senda del guerrero es la vía libre del conocimiento, sin aferrarse a nada ni a nadie. Es el camino del verdadero y puro Kosho-Ryu Kenpo. Cada cual esculpe su propio camino. El camino está en nuestro corazón, en la fuente de nuestra conciencia, en nuestro espíritu. Convertir el corazón del universo en el propio corazón del guerrero. 
La idea de la enseñanza de este arte oriental, con una excelente filosofía de vida,  es formar buenas personas. Que el alumno aprenda que la mejor defensa es evitar la pelea, la mejor defensa es ser una buena persona. Vivir en paz, armonía y felicidad, como lo dice nuestro lema. De esta manera logramos evolucionar como personas, analizar situaciones conflictivas con mejor claridad, no actuar impulsivamente, vivir una vida con menor estrés y mayor serenidad, no renegar ni enojarse sin sentido, tener confianza y seguridad en cada toma de decisiones, ayudar a los demás cuando lo necesiten, cuidar el medio ambiente; en fin, la práctica de este arte marcial, forma y transforma a la persona en un ser evolucionado, apto para desenvolverse en armonía con los demás y con el mundo. 

                                                                                             Atte Sensei Claudio Adrián Fidalgo
                                                                                                                        IV Dan